jueves, 16 de marzo de 2017

PUENTE NUEVO DE HERRERA SOBRE EL RÍO GUADARRAMA

PUENTE NUEVO DE HERRERA SOBRE EL RÍO GUADARRAMA. Galapagar-Madrid 

M-519 PK 3

Al fracasar el intento de ensanchar el viejo puente de Herrera la consejería de obras de la CAM debió de plantearse la construcción de una variante en esta carretera provincial con la inclusión de otro puente que cruzara el río Guadarrama, apenas cien metros aguas abajo del anterior. El concurso de propuestas lo ganó el estudio de Carlos Fernández Casado, S.L. y los autores del proyecto fueron Leonardo Fernández Troyano y Javier Manterola Armisen que lo construyeron entre los años 1.986 y 1.987. 

Que yo sepa, no tiene nombre. Es el puente de Galapagar y yo le bautizo como Puente Nuevo de Herrera por su proximidad al puente renacentista de Juan de Herrera y porque podría considerársele una réplica contemporánea de aquella obra.

Características de la obra: Dispone de una tablero horizontal, esviado con respecto al cauce que allí hace una curva y tiene una longitud de 69 metros. La anchura total es de 10 metros con dos viales peatonales de 1,50 metros cada uno y el resto, 7 metros para calzada de doble sentido. Al igual que el puente de Herrera, sólo tiene un vano que en este caso es escarzano con un amplio rebajamiento y que reposa o se continua en dos curiosos estribos de forma piramidal. La luz del vano es de 55,40 metros y su flecha de 5,90 metros. El arco tímpano se genera a partir de un prisma triangular cortado por un cilindro de directriz circular, de forma que en los extremos la sección es triangular y en el centro trapecial. La sección transversal es un cajón bicelular formado por las losas superior e inferior y por las almas inclinadas exteriores, más un alma central vertical que divide la luz transversal de la losa superior en dos mitades. El canto de la sección central es de 1,10 metros, mientras que en la sección de los extremos es de 7,00 metros. Junto a los estribos, la estructura se remata con dos diafragmas inclinados que cierran los extremos del arco.

El arco descansa en cada extremo sobre un único apoyo metálico en casquete esférico con teflón, de 1800 toneladas de capacidad, que materializa la articulación permitiendo el giro en todas direcciones. Para estabilizarlo horizontalmente, el puente lleva también un taco en cada extremo, a la altura del tablero, que apoya lateralmente en otros dos tacos del estribo impidiendo el movimiento transversal en cabeza. El contacto entre el taco del tablero y los del estribo se realiza mediante sendos aparatos de apoyo de neopreno zunchado de dimensiones 300x300x63(48) mm.

Los estribos son piramidales, formados por muros triangulares inclinados. El muro frontal es un triángulo homólogo con el del extremo del arco, pero de mayores dimensiones. Toda la cimentación es directa sobre la roca granítica sana, que aflora, en general, a menos de dos metros de profundidad. La cimentación del arco está integrada dentro del estribo y consiste en un prisma trapecial con la inclinación necesaria para transmitir al terreno las reacciones de la bóveda, que tienen una componente horizontal muy importante.

La obra se realiza en hormigón armado y quedan bien patentes las marcas de las tablas de la cimbra en el encofrado. También hay intención de destacar en relieve ciertas líneas geométricas como son la horizontalidad de las impostas así como la curvatura en boquillas. En cubierta, barandillas de hierro en doble estructura solidarias a base de cuadradillo de varios calibres soldados y pintados de azul, actualmente con deterioros y óxidos en algunos puntos. Su presupuesto ascendió a 773.000 euros. Dado el carácter de zona de paseo que se le dio a las márgenes del río entre los dos puentes y con posterioridad a la obra, se hicieron unas estrechas escalinatas pegadas a las aletas de hormigón en ambas cabeceras, de factura más grosera y que permiten la bajada al lecho del río y márgenes para transitar por las veredas que se han ido formando y acercarse si la fronda lo permite al puente de Herrera.

Este puente es una maravilla formal, un prodigio de diseño conseguido mediante volúmenes simples, como el prisma y el cilindro elementales, que alcanza una pureza difícilmente igualable. Nada en el resulta nuevo, pero la reinterpretación de formas estructurales ya consolidadas, manteniendo toda su eficacia estructural, es sobresaliente. Y, como en el de Herrera, el arco está tratado como una ausencia, el resultado de una sustracción en la mole principal, que si en Herrera era un prisma rectangular, aquí es un prisma triangular. Además, el arco tímpano alude, en cierto sentido, al trasdós escalonado de Herrera, la primera tentativa de solidarización entre ambos elementos.

Pero más allá de estas referencias a la obra vecina, el puente es un compendio de sabiduría histórica y evocaciones al pasado, siendo una composición tan moderna. Porque, formalmente, también puede leerse como un puente clásico de fábrica, con los biseles tipo “cuerno de vaca” de Perronet llevados al límite: todo el tímpano se convierte en un gran “cuerno de vaca“; es la habitual transición entre el arco carpanel de la bóveda y los arcos escarzanos de las boquillas, pero ahora el arco escarzano es el de la bóveda y los arcos de las boquillas son de radio infinito y se confunden con la imposta. Su carga simbólica evoca referencias de obras como las de Melum, Perronet, Over o Telford y existe una preocupación por el funcionalismo y por su caracter economicista que quizás, se verá confirmado en los movimientos más modernos. Por eso creo que este puente es fundacional e inaugura una forma de proyectar entre lúdica y audaz, formalmente muy atrevida, que muy pocos años más tarde eclosionaría en un puñado de grandes obras de referencia en la expo de Sevilla-92. Eran los estadios iniciales de una nueva manera de diseñar y construir que, llegada a su apogeo, se manifiestaría como “estetizante, incoherente y jovial, ecléctica y sincrética incluso, mucho menos atenta a la función que a la forma y su embrujo”.

En nuestro puente aparecen ya ángulos no ortogonales y superficies no usuales, que luego van a proliferar en tantos puentes “de autor” hasta hoy mismo; pero si en las últimas etapas de ese recorrido lo que se enfatiza es la falta de simetría o hasta un deliberado caos, aquí todavía se aprecia un absoluto rigor geométrico. Es la misma hegemonía de la forma que gobernaba las obras de Herrera. Pero si entonces las formas eran clásicas y aspiraban a aprehender el cosmos universal, en estos tiempos de individualismo radical no son más que las ensoñaciones del autor. Cuando éste se reconoce como heredero de una tradición con la que dialoga y a la que reinterpreta, como Troyano aquí o Calatrava en sus buenos momentos, el resultado se acerca mucho a la verdad del arte como acción creadora; cuando no, el producto suele ser efectista pero banal.

Pero, tratándose de un arco tímpano, a  quien evidentemente homenajea este puente sin disimulo es al “creador” de esa tipología, el ingeniero suizo Robert Maillart (Berna, 1872-Ginebra, 1940), y a su puente de Zuoz sobre el río Inn. Porque Maillart, en 1.900, fue el primero que utiliza la sección cajón en un puente de hormigón armado. Introduce así “un nuevo concepto estructural: la bóveda inferior, los tímpanos verticales y el tablero forman, como un todo, el arco real [lo cual] representa un cambio radical en la concepción de los puentes arco”.

Con la misma configuración estructural hay dos interesantes puentes españoles que necesariamente tuvieron que influir también en la concepción de éste de Galapagar, los dos únicos arcos tímpano que llegó a realizar el ingeniero Carlos Fernández Casado (Logroño, 1905-Madrid-1988): el puente sobre el aliviadero del embalse de Cubillas (Albolote, Granada, 1954) y el puente sobre el río Caudal, en Mieres (Asturias, 1968). En el proyecto de este último participaría Fernández Troyano. El arco tiene 70 metros de luz y 9 metros de flecha, y carece de bóveda propiamente dicha. El puente se reduce a un tablero de 20 cm de canto, los dos tímpanos, de 30 cm de espesor, y tres cuchillos longitudinales interiores de las mismas forma y dimensiones que los tímpanos y una serie de vigas riostras transversales.

Es otra forma diferente de eliminar el material sobrante. Aquí, en vez del tímpano, directamente se elimina la bóveda. La función de arco la realiza la parte inferior de los tímpanos y cuchillos, pero en una altura no muy superior a la de la clave, por lo que la mayor parte del tímpano sigue siendo superflua. En un primera impresión, este puente puede parecer una viga de canto variable biapoyada, pero no es así, ya que los apoyos de ambos lados del arco tienen impedido el desplazamiento horizontal, por lo que se hacen cargo de la totalidad de las compresiones del arco. Lo que distingue una viga de un arco son las condiciones de contorno.

El mecanismo resistente del puente sobre el aliviadero del embalse de Cubillas es el mismo. El arco, de directriz circular, tiene una luz de 49 metros y unos 6 metros de flecha, con sólo cuatro cuchillos longitudinales  y un canto muy escrito en el centro del vano, de alrededor de 1 metro. En estos dos puentes es notable el sistema constructivo: para evitar las cimbras, la parte inferior de cada cuchillo está formada por un arco prefabricado triarticulado, que se coloca con grúas, como las actuales bóvedas prefabricadas. Sobre cada arco se hormigona “in situ” el correspondiente cuchillo completo y posteriormente las riostras transversales y el tablero superior.

Es una innovación respecto a los puentes de Maillart que sistemáticamente se hormigonaban sobre cimbra. También se construyó así nuestro puente de Galapagar, con cimbra, aprovechando las facilidades que ofrecía el escaso caudal del río.

Fernández Troyano es una de las máximas autoridades en puentes históricos (y modernos); es claro que su diseño está ya de vuelta y juega con toda esta historia del hormigón y con las referencias que acabamos de ver, que utiliza como y donde le interesa. Además, su puente es, de alguna forma, gratuito. Se podrían haber hecho soluciones más baratas, sin duda. Si el arco de Herrera era insuficiente, éste es excesivo; si el arco de Herrera parece pequeño para tanto cauce, aquí sobra arco por todas partes. Pero quizá también por eso es uno de los puentes más artísticos que se han hecho en España, en el sentido que le da al término Wolfgang Iser: una obra inmersa en el sentido de la tradición, pero capaz de generar significados construidos en otra esfera. Hacer eso con un puente de luz media, ir más allá formalmente, a partir del conocimiento del pasado y siendo muy respetuoso con él, sólo se logra con una gran sensibilidad. 

Y si el puente es de una brillantez máxima, el acierto es total en los estribos, siempre difíciles de armonizar con el tablero. Acabamos de ver unos ejemplos muy claros: en el puente de Mieres no hay estribos, pero el resultado es casi peor; los muros de cierre quedan muy expuestos y son de una trivialidad abrumadora, sin embargo en este puente de Galapagar se percibe una sensación curiosa, algo así como que el estribo se convierte en una lanzadera que impulsa al arco.

Me parece claro que Troyano se ha basado en el puente de Cubillas, y quiere recibir el arco con un plano inclinado, similar al de los taludes del aliviadero de la presa; en cualquier caso, la resolución es gozosa. El apoyo del arco sobre el plano inclinado del estribo es maravillosamente brutal. Todas las formas son esenciales y necesarias, el trabajo de un autor dotado de una sensibilidad espacial superior, equiparable al “gran sentido de la armonía y la proporción” que se le atribuía a Herrera. Este estribo está a la altura de las mejores realizaciones de estos elementos, inevitablemente estáticos y masivos. Entre éstas, figuran, en mi opinión, algunos de Calatrava, uno de los ingenieros que más cuidado pone en resolver esa parte esencial del puente y su unión con el tablero, y que más inspirado suele estar. No es fácil concebir una solución tan apropiada como ésta del puente de la Constitución (Venecia, Italia, 2002-2008), de una potencia y un dinamismo evidentes, para apoyar otro arco, esta vez metálico, de 80 metros de luz. Y no es fácil conseguirlo, sobre todo, en las obras más rutinarias y convencionales que vemos a diario en nuestras carreteras. Por eso, traigo aquí otro ejemplo de estribo que siempre me ha maravillado. Es de un paso superior de un solo vano, una losa de canto variable aligerada con voladizos, sobre la A-2, a la altura de Alcalá de Henares. Creo que también es de Troyano y Manterola, y realizado poco después que el puente de Galapagar: Es un diseño brillantísimo, salvando la orejeta de la esquina superior. Con un plinto troncopiramidal en el que apoya tanto el vano principal, de unos 35 metros de luz, como un pequeño vano de compensación que lo empotra parcialmente. Un estribo de una calidad inusual, que juega también con las texturas y los colores, con la elección del ladrillo de revestimiento que refiere al terreno de apoyo del que aflora.

Si algún pero puede apuntársele a la obra de Galapagar, es la deficiente ejecución, debida sobre todo a la mala calidad del encofrado, que redunda en la irregularidad de las superficies y en unos acabados del hormigón muy pobres. Y una pena que, como siempre, tengamos que hablar del absoluto abandono de las márgenes por parte de la Confederación Hidrográfica, que permite la proliferación de una vegetación que obstruye el paso del agua. Y también las vistas; no hemos podido hacer una foto general del puente entero en condiciones. Y eso que se encuentra en un entorno urbanizado y que se pretendía convertir las márgenes del río en una zona de paseo.



Para saber más: Quizás, el estudio más profundo y apasionante de esta obra civil lo elabora Javier Parrondo y que difunde en su blog  FCKEstructural del que he tomado gran parte del texto y que recomiendo leer pues es mucho más amplio, enumera notas y fuentes, conjuga la teoría del puente con la del arte y aporta variadas fotos de éste y otros puentes que relaciona con el de Fernández Troyano y Manterola.

Cómo llegar: Desde Madrid, tomando la A-6 hasta el PK 18 donde nos desviaremos por la derecha para coger la M-505 desde su PK 0 (Carretera de Ávila) hasta el PK 14,300 donde, al llegar a una rotonda, cogeremos la carretera M-510 dirección Guadarrama-Torrelodones hasta llegar al PK 9,500 (justo antes de entrar en Galapagar) y tomaremos a la derecha la carretera local M-519 hasta el PK 3  donde nos encontraremos con el cauce del río Guadarrama, el puente contemporáneo de Fernández Troyano y el de Herrera. También podemos seguir por la A-6 hasta la salida de Las Matas, en el PK 24 y seguir por la vía de servicio hasta Torrelodones para coger la M-519 y llegar hasta el puente, pero en un itinerario más feo y aburrido.














Tanda de fotos de fecha 31.01.2016



Dos fotos de fecha 18.08.2012


Panorámica cenital de la aplicación Planea-CAM, Fecha 25.01.2011





Tres fotos del proyecto con detalle del alzado, sección del tablero y articulaciones tomadas del blog FCKestructural.


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