jueves, 21 de marzo de 2024

PUENTE DE MAYORGA DE CAMPOS. Valladolid

 PUENTE VIEJO SOBRE EL RÍO CEA
MAYORGA DE CAMPOS. Valladolid
N-601 PK 270

Nuestro puente se posiciona en un viejo camino real ahora reconvertido en carretera nacional N-601, una vía no radial y con eje N/S dentro del territorio español. Aunque, como digo, no era su proyecto el de calzada radial, lo cierto es que toma el PK 0 en la capital aunque discurre montada con la N-VI hasta Adanero y antiguamente se canalizaba por Collado-Mediano hacia Valsaín, Navacerrada y Segovia por donde todavía se pueden ver algunos mojones de la vieja N-601; esta vía que llega a Valladolid ahora es desde Segovia la autovía A-601. En la actualidad y correspondiente a la matrícula N-601 cabe señalar que nace en Adanero (de la N-VI o A-6) con dirección a Valladolid por Olmedo para terminar en León.

Esta interesante calzada y en lo que nos concierne, tiene algunos puentes verdaderamente históricos; uno de ellos es éste, pero no debemos de dejar de ver los de Mojados y Megeces sobre el río Cea, el Puente Mayor de Valladolid sobre el río Pisuerga, los de Medina de Rioseco, Becilla de Valderaduey o ya en territorio leonés las espectaculares estructuras de Mansilla de las Mulas sobre el río Esla, Puente Villarente sobre el río Porma o el Puente de Carlos III sobre el río Torío a la entrada de León por la vieja judería o arrabal de Puente Castro.

Aunque no hay muchos datos al respecto, parece que la localidad de Mayorga de Campos tenía puente sobre el río Cea desde antiguo, quizás desde el siglo XII que bien pudo ser de madera o mixto, con alguna pila de piedra y tablero de madera, de menor longitud que el actual pues se trataba de salvar el río en su cauce natural ordinario con crecidas por lo que no pasaría de 10/15 metros de longitud. La configuración de este cauce y algún arroyo tributario fueron cambiando con los siglos, ensanchándose mucho con crecidas y riadas a las que no llegaba a atravesar la vieja estructura por lo que se decidió alargar la obra civil hasta su longitud actual, aproximadamente y después de muchos años de reparos, rehabilitaciones y modificaciones en la estructura. A continuación, se relatan algunas de las intervenciones en el puente de las que hay información o noticias históricas.

La información que nos aporta el prestigioso historiador de obra civil Aramburu-Zabala es la siguiente: […] Puede considerarse un puente típico de la primera mitad del siglo XVII. Probablemente en 1637 se hizo la traza para rehacer todo el puente a pesar de que permanecían restos del anterior puente que sabemos ya existía a finales del siglo XII, hacia el año 1186. En 1590 el puente fue escenario de las disputas entre algunos de los más importantes maestros del clasicismo castellano-leonés: Juan del Ribero Rada arrebató a Felipe de la Cajiga la obra de reparación del puente tras acusarle de fraude. Sucesivas riadas, hasta concluir en la de fecha 01.05.1634, arruinaron tres arcos del puente. La consiguiente traza para la reconstrucción incluía la ampliación del puente, añadiéndole varios ojos; y en realidad se trataba de reconstruir prácticamente todo el puente. De la obra se encargaron sucesivamente Juan de Castillo y Martín de la Peña. Se trata de un largo puente de trece arcos situados entre una tupida vegetación y arenales que dificultan la corriente. Ostenta arcos de medio punto, tajamares de ángulo recto y espolones cúbicos, siempre formando apartaderos. Todo ello muestra el estilo característicos desarrollado en Castilla y León durante la primera mitad del siglo XVII […]. En relación con las disputas que refiere Aramburu-Zabala, producto de la competición por contratar obra pública entre dos de los más importantes pool de cantería trasmerana y durante un periodo que puede ir entre los años 1586 y 1590 aparecen otros actores que trabajan en este puente, como son Pedro de Ancillo Cereceda, Domingo Cerecedo Pierredonda, Juan de la Hermosa, Pedro de Llanez o Martín de la Peña, todos ellos colaboradores de Felipe de la Cajiga aunque hay que decir que en esta pugna, aparece Juan del Castillo que quitó la adjudicación previamente concedida a Martín de la Peña aunque más adelante, en 1674, la recuperó su hijo, Pedro de la Peña, como también comenta un tanto desordenadamente el historiador Cadiñanos Bardeci en relación con la historiografía de este puente.

Cadiñanos Bardeci a su vez, nos informa de lo siguiente en relación a este digno e histórico puente: […] Se encuentra el pueblo de Mayorga de Campos en el extremo norte provincial por donde discurre la carretera de León a Valladolid que cruza el río Cea a las afueras del caserío. Se le tuvo por puente muy crecido “uno de los principales de nuestro Reyno en el paso del comercio y paso esencial para la carretería de la Cabaña Real y de los ganados lanares”. En el año 1186 el rey hablaba del ‘puente superior’ que habrá que identificar con alguno precedente de madera. Poco después, a mediados del siglo XVI se caía el arco mayor. En 1590 Fernando de la Cajiga cobraba el repartimiento de su trabajo. El pueblo le acusó de fraudes y cohechos. Se había comprometido a levantarlo de nuevo y en muy buena piedra. Debía haber sido lo suficientemente alto como para que no le sobrepasasen las crecientes, pero no había sido así, sino ‘de mui ruin piedra, greda y arenisca’. Tampoco se ajustaba a las condiciones en cuanto a longitud y grosor. Por esto, tres años después se encontraba en ruinas. Cobró 14.000.- ducados cuando no valía ni 12.000.- ducados. Este cantero tenía precedentes de haber cometido fraudes en otros puentes de Castilla y León. En 1672 reconocían el ‘Puente del Canto’ los maestros Antonio del Solar y José González Sisniega los cuales señalaron con mucho detalle los reparos. Comenzado a construirse con ocho ojos, no convenía trasladarlo a otro sitio como pedía el pueblo. Estaba ya levantado en casi su totalidad, bien hecho y de buena cantería; solo necesitaba antepechos y empedrarse. Además de otros tres ojos, se le añadiría una manguardia de 190 pies río arriba y otras dos menores en el lado opuesto. Estaba presupuestado en 47.370.- ducados. No obstante, los vecinos insistían en trasladarlo a un sitio más duradero, más ceñido y con menos fuerza de las aguas pues la corriente estaba desviándose. Desde 1644 venía ejecutando obras allí Martín de la Peña a quien también se le acusó de no cumplir sus obligaciones. Lo continuó su hijo Pedro por 46.000.- ducados aunque otros canteros como Diego de Cicero Cajigal se ofrecieron a concluirle por menos dinero. Entonces se le estaban añadiendo tres arcos más. En el año 1675 nuevos reparos eran adjudicados a Pedro Ezquerra Rozas por valor de 28.500.- ducados. Como también tenía a su cargo la plaza mayor de León, cedió el puente al citado Pedro de la Peña al que se pagaron 9.500.- ducados por su intervención. En la crisis económica del año 1683 con la bajada del valor de la llamada ‘moneda de molino’ así como por la exención que pretendían algunas localidades en el repartimiento de costas para el puente, las obras se paralizaron y hubo nuevas pujas por los contratos, llegando estos a 165.643.- reales de vellón aunque bien es cierto que, incorporando un cuarto arco de 28 pies de luz a la estructura ya que así lo exigía la salida de madre del cauce. Parece ser que el Fiscal provincial no acepto estas pujas pese a calcularse que la deflación de la moneda en aquellos momentos suponía en la obra un montante de 74,800.- reales de vellón. Lo que si se sabe es que, al morir el citado Pedro de la Peña en 1683, se adjudica la obra a Antonio del Solar y Antonio Mazorra Rivero, los cuales invirtieron en materiales más de 40.000.- reales sin que se les pagase nada. Lo hasta entonces hecho era una pequeña parte y estaban haciendo tres cepas y otra media, más sus respectivos arcos a la entrada del puente, dos manguardias, una calzada, estribos y antepechos, lo cual requería los 165.643.- reales ya estipulados aunque también propusieron alguna obra más. En el año 1690 ya estaba casi todo concluido aunque dejaron de trabajar a falta de los últimos pagos por lo que se procedió contra ellos. Una riada en fecha 07.02.1708 hundió los dos últimos ojos del lado norte. Hasta el año 1727 el ayuntamiento se encargó de mantener expedito el paso a base de maderos. Al año siguiente, Gregorio de Llorca y Simón de Bolívar declaraban sobre la obra necesaria para la seguridad del paso: “La puente de la villa de Mayorga que toda su fábrica es de piedra de sillería, manifiesta que los ocho arcos de ella que están hacia la parte de dicha villa, es su fábrica antigua y que los cuatro arcos arrimados a esos son más modernos”. De estos últimos, los dos del lado de León convenía condenarlos pues estaban sin corriente, cubiertos de cascajo y ser suficiente con los otros diez ojos. Se establecieron muchas bajas a lo largo de los años. En un principio fue adjudicado a Pedro Durante Rubalcaba por 159.827.- reales. En otra contrata fue dividido el trabajo en dos partes, una de 100.000.- reales que se adjudicó a Mateo de la Villa Agüero y otra en 200.000.- reales (rebajada a 150.000.- reales) adjudicada a Miguel de la Fuente Velasco. Unos años más adelante, en el año 1729 los canteros Félix de la Fuente y Francisco Compostizo reconocían los materiales y zanjas abiertas por Villa Agüero y como ya había pasado 20 años desde la vieja contrata, añadieron nuevas condiciones y ajustaron la división de contratos: Villa abandonó pronto la obra por falta de pagos a pesar de lo que ya había invertido en el proyecto y pese a ello, se le acusó de fraude a él y a sus fiadores. Por su parte, Miguel de la Fuente arguyó que no podía comenzar su parte de la obra sin que se hubiera realizado la anterior. Una de las nuevas condiciones de Villa consistía en ‘fabricar un puerto’ de 282 pies de largo, o sea, una especie de muelle, muy de moda en aquellos tiempos del siglo XVIII, cuyo modelo podría ser el de Salamanca. Al constatarse que allí había un pozo muy profundo se renunció al proyecto. En cierto modo se trataba de facilitar el acceso al agua a las muchas recuas de los trajineros que por allí pasaban, creando una especie de pedraplén hasta lámina de aguas. De nuevo, en el año 1733 Francisco Compostizo y Juan de Velasco proponían que se agregaran tres nuevos arcos de 29 pies de luz en correspondencia con los fabricados en el antiguo puente. La aparente contradicción con el cegamiento de otros debía venir de la variación de la corriente. Todo siguió adjudicado a Villa Agüero aunque por un montante actual de 200.000.- reales cuyo coste se ordenó que se repartiera por lugares y pueblos en 20 leguas a la redonda. En ese mismo año, el Fiscal se lamentaba de que un puente tan necesario estuviera tanto tiempo inutilizado y que se le pagase a dicho cantero sus trabajos y que continuase la obra. El Consejo Real dio un plazo de 20 días para que Villa Agüero volviera a sus trabajos en el puente. Respecto a la parte que en principio se adjudicó a Miguel de la Fuente y tras diversas vicisitudes que incluso le llevaron a la cárcel por incumplimientos, parece ser que estos trabajos fueron supervisados por el arquitecto Simón de Jorganes y se consideraron concluidos en el año 1737. A finales del siglo XVIII existen informes del arquitecto Juan de Villanueva sobre esta obra según algunos legajos del AHN. El puente dispone de 13 arcos alcanzando según Madoz las 200 varas de largo por 17 de ancho y 10 de altura desde el cauce. Las bóvedas son de perfil muy apaisado tendiendo al arco rebajado. La rasante es casi horizontal, los tajamares angulares y los espolones cúbicos. Predomina el sillarejo. Una ligera moldura destaca los pretiles del resto del edificio […].

La información que ofrecen los viajeros, geógrafos o militares decimonónicos sobre la obra civil es escueta aunque hay una coincidencia en que es estructura de piedra, tiene 13 vanos y está en uso. Pascual Madoz en su “Diccionario Enciclopédico” del año 1846 nos cuenta lo siguiente: […] Pasa por el término de Mayorga el río Cea sobre el que hay un puente de piedra de 13 arcos; tiene 200 varas de longitud, 17 pies de latitud, sin contar los antepechos y demás obras salientes y 10 varas en su mayor elevación sobre el suelo del cauce. La casa de Benavente, a la que pertenece, cobra el derecho de pontazgo. Caminos: La carretera de Madrid a Asturias, los de carruage que se dirigen a Sahagún, Villada, Villalón, Valderas, La Bañeza y Valencia de Don Juan y varios otros de herradura que conducen a diferentes puntos […]. Por su parte, Emilio Valverde en su “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León” del año 1886 nos comenta lo siguiente: […] En Mayorga se separan por la derecha los caminos a Riaño y a Villoldo y por la izquierda el de San Esteban del Molar y se cruza a un kilómetro el río Cea por un puente de piedra de 13 arcos separándose a la izquierda un camino a Hospital de Órbigo […]. El IDM editado en el año 1866 lo recoge especialmente en la ruta 1026 (Valladolid-León) donde especifica que es puente franco en piedra con 13 arcos.

Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud aproximada de 160 metros y una anchura regular de 7 metros. Según Madoz y antes de su modificación la estructura tenía 200 varas de longitud, aproximadamente equivalente a 167 metros y una latitud de 17 pies, o sea, 4,74 metros a los que habría que añadir el grueso de pretiles por lo que su ancho regular sería de casi los 6 metros, medida acomodada a las obras pontoneras barrocas en nuestro territorio. El tablero no es plenamente horizontal salvo en la zona media con ligeras rampas hacia cada cabecera. La flecha sobre lámina de aguas es de 8 metros, aproximadamente. La orientación del puente con respecto al río es acentuadamente esviada producto de las salidas de madre del cauce original, los meandros que inciden en su curso y los desbordamientos que han creado cúmulos de arenas y lodos que haciendo de islas, derivan el cauce por diversos brazos. Fue el gran problema que tuvo la construcción y las modificaciones de esta obra civil, especialmente durante los siglos XVI y XVII cuando en sus proyectos, la estructura parece que siempre se quedaba corta y era rebasada en sus cabeceras por las aguas en crecidas importantes.

Tras diversos ensayos en los proyectos al respecto, parece que se fijó su desalojo máximo para los 13 vanos que tiene en la actualidad; tampoco descarto que existieran algunos más en la cabecera derecha donde ahora existe un largo muro de acompañamiento reforzado con machones de hormigón armado. Las luces de los vanos centrales es de 9 metros y los restantes minoran sus luces hasta extremos. La geometría de estos arcos parece que es de medio punto aunque algunos de ellos, bien por reparos o enterramiento de sus arranques, parecen más abiertos o escarzanos.

Respecto al aparejo, muy variado y diverso debido a las innumerables reparaciones, reconstrucciones o modificaciones, cabe considerar que predomina la sillería de piedra caliza de variado cubicaje, disposición y llagado. Hay paños bien orientados, en hiladas horizontales, imbricados, con piezas de cara vista lisa o ligeramente picada que contrastan con otras zonas en las que se adivina alguna intervención para reparar la sillería donde se descabala la geometría o disposición de las piezas, se incorpora sillarejo, mampostería, canto rodado e incluso ripio entre el llagado para fijar paramentos. El abundante mortero de cementos que se aplicó en alguna de sus últimas rehabilitaciones o ‘lavado de cara’ impide comprobar el asentamiento y disposición de mucha sillería e incluso del dovelaje en bóvedas. Da la sensación de que, en cara aguas arriba, hasta se imprimió un enlucido de cemento portland en tímpanos, boquillas y tajamares pretendiendo tapar el histórico placaje de sillería de esta digna obra civil, vamos, una barbaridad.

Respecto a la fábrica de tajamares y espolones cabe señalar que su cantería es de mayor calidad. Los tajamares son de sección en cuña y se imbrican bien con las correspondientes pilas. Los espolones son de sección cuadrangular. En ambos casos y originariamente, llegaban hasta la rasante del tablero creando refugios o descansaderos para los viandantes que lo cruzaban ante el peligroso cruce de carros en movimiento, reatas o rebaños de ganado.

También en las bóvedas se observa mayor calidad en el trabajo de las roscas y su dovelaje que hasta se puede apreciar en las boquillas de las mismas y pese a los reparos y tapado de juntas con burdo mortero.

Parece significativo el largo estribo con muro de acompañamiento de la cabecera derecha, especialmente en lado aguas arriba donde todavía se observa una excelente fábrica de sillería un tanto tapada, bien por los contrafuertes ya mencionados de hormigón así como la excesiva vegetación del entorno que impide ver con claridad la obra plena de este puente. Es la zona donde quizás, Machuca proyecta los cinco pontones de ampliación del puente en el siglo XVIII que, o no se llevaron a cabo o fueron posteriormente cegados por innecesarios con un nuevo placaje de sillería.

El tablero, que como digo, es horizontal en su zona central pero con rampas suavizadas en cabeceras a lo largo de siglos, apoya en el extradós de bóvedas y pilas a base de rellenos de todo índole y en bordes, con una imposta de piedra de buena talla, más visible en lado aguas arriba y que es también el apoyo de los pesados pretiles originales de piedra, quizás en ortostatos o hiladas de sillería, ahora desaparecidos.

Hay que señalar que el tablero más o menos original (sin pretiles de piedra) subsistió hasta los años 70 del siglo XX en que se decidió el apaño que ahora observamos: ensanchar por lado aguas abajo la cubierta a base de una viga de sección rectangular de hormigón armado construida por secciones in situ y que recorre la longitud de arcadas y una losa del mismo material, ambas arrasando las cabezas de los tajamares y espolones originales sobre los que, realmente, se apoya el ensanchamiento de tablero. La cubierta actual dispone de calzada con un vetusto firme de hormigón asfáltico que permite doble dirección, arcenes con la función de acerillas, bellas barandillas de hierro forjado historiadas y recientemente rehabilitadas  que se empotran también en témpanos de piedra y hormigón en ambas cabeceras así como, verticalmente, en los bordes de la losa de hormigón del tablero. Parece plausible que en esta última intervención se consolidaran las basas de pilas con un perímetro de hormigón hidráulico como se observa en la actualidad.

A juzgar por la impronta del nuevo puente que ahora da servicio a la carretera nacional N-601, nuestra histórica obra debió de dar servicio a la calzada hasta los años 90 del siglo XX. De hecho y ya fuera de estas comunicaciones, el puente sigue en uso dando servicio a fincas agrarias del entorno, especialmente a “Explotaciones agrarias P. Redondo Redondo” de donde sale y entra -cruzando el puente- enormes maquinarias, cosechadoras y tractores, alguno de los cuales, ha debido perjudicar la interesante barandilla de época.

A nivel de caminería histórica cabe señalar que junto al puente, en su cabecera izquierda o lado pueblo, subsiste una instalación de carreteras (Obras Públicas de Valladolid), quizás una vieja casilla de peones, donde todavía hay señalización de distancias bien legibles, destacando la de Albires, a 3 kilómetros y la de León, a 57 kilómetros.

Parece ser que, en algún momento reciente, quizás entre los años 2016 y 2017, se pretendió conformar en la zona una especie de ajardinamiento y esparcimiento para la población sin conseguirse el objetivo. El abandono o la desidia municipal es tan patente que no se ha logrado fusionar paisaje y obra civil pese a los carteles donde -erróneamente- se presume de ‘puente romano’. Algunos bancos y mesas, barbacoas, una campa para pasar el rato o para baños y un arboreto abandonado donde solo quedan los carteles de los árboles y arbustos que se debieron de plantar hace tiempo. La maraña de vegetación en el entorno de la obra civil hace imposible la contemplación o fotografiado de la estructura. Es más, existen árboles que están creciendo pegados a alguna pila y estribos que son perjudiciales para la propia fábrica así como las raíces de variados arbustos que medran en el llagado de la sillería y lo que consiguen es que se descomponga el mortero y termine cayendo o soltándose la piedra en muchos puntos. Una pena.

Para conseguir poner en valor el puente y su entorno lo mejor sería colocar a pie de obra un buen panel informativo sobre la historia y vicisitudes de esta histórica y monumental estructura. Así mismo y en la calzada nacional, una señal de tráfico de las que informan sobre monumentos cercanos (las de fondo rosa) para que cualquier viajero, curioso o estudioso de estos temas, tenga la oportunidad de desviarse para contemplar el viejo puente. Respecto al existente panel informativo sobre el proyecto medioambiental, será muy loable pero tengo dudas se que se haya recuperado la fauna y flora que se pretendía.

Para saber más. La mayor información histórica sobre la obra la ofrece el trabajo de Inocencio Cadiñanos Bardeci titulado “Los puentes de la provincia de Valladolid durante la Edad Moderna”, obra publicada en el año 2006 en la revista “Investigaciones Históricas”, número 26, páginas 207/210 donde también se reflejan los planos incorporados en este artículo. Por su parte, el historiador de puentes Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera trata más sucintamente esta obra civil en su libro titulado “La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”, obra editada por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León en el año 1992, páginas 185/186. Es probable que este autor haya profundizado más en esta estructura y otras cercanas en su magno trabajo de tesis doctoral inédita titulada “Las obras públicas en la Corona de Castilla entre 1575 y 1650. Los Puentes”, trabajo en tres tomos finiquitados en el año 1989 y depositados en la UAM (Universidad Autónoma de Madrid), estudio al que no he tenido acceso. Otras referencias menores, ya sean geográficas o en guías de viajeros, son las siguientes: Pascual Madoz Ibáñez en su famoso “Diccionario Geográfico-Estadístico de España y sus posesiones de Ultramar”, editado en Madrid en 1846, tomo XI, página 317. Emilio Valverde Álvarez cita nuestro puente en su “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, obra editada en 1886, Itinerario 88, Carretera Regional de Segovia a Gijón por Valladolid, Mayorga, León y Oviedo, en páginas 570 y ss. El conocido IDM (Itinerario Descriptivo Militar) levantado en el año 1866 se refiere a Mayorga y su puente en el número 1026 de “Valladolid-León”, páginas 17/21 aunque también se cita la población en otras rutas como son la de San Esteban del Molar-Mayorga por Valderas o la de Mayorga a Hospital de Órbigo por Valencia de Don Juan, periplos que no precisaban de cruzar nuestro puente. Dada la situación de Mayorga como crossroad, son interesantes algunas informaciones que se pueden leer en la ROP (Revista de Obras Públicas), bien sobre calzadas de tercer orden como son la de Gordoncillo-Castrobol-Mayorga o sobre canteras cercanas utilizadas para la obra pública aledaña así como presupuestos  con detalle de materiales, explanaciones, afirmado, desmontes, acopios así como modelos y precios de tajeas, alcantarillas o pontones, todo ello bien explicado en las del año 1898, tomo II, páginas 114 y 117. En la red hay poca cosa salvo un digno blog titulado “Valladolid. La Mirada curiosa” que tiene una entrada donde se alude al puente de Mayorga y su historia y otro muy interesante de los puentes de Valladolid.




Aunque sin datos fidedignos ya que Cadiñanos Bardeci no lo dice, podría ser un plano de alzado y planta levantado por Mateo de la Villa Agüero hacia el año 1725 con intención de aumentar el número de vanos y crear una especie de puerto o pedraplén intermedio. Obra que no llegó a realizarse. 


Planos levantados por el arquitecto Manuel Machuca en el año 1786 para alguna reparación del puente añadiendo un pontón separado del puente para desalojar aguas por encharcamiento en alguna crecida del río Cea. 


Interesante imagen del puente desde aguas abajo, probablemente realizada hacia el año 1970 cuando se ensancha el tablero con losas de hormigón. La fotografía es de Ángel Leonardo Rosillo Sierra y se exhibe en Google Map. 


Toma del puente desde aguas abajo en una fotografía de María Daniel que refleja una crecida del río Cea producida hacia el año 1975. Se muestra en la web de Fotosdemayorga.com.


Imagen probablemente tomada hacia el año 1990 que se muestra en el libro "La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650". 


Toma de fecha enero de 2014 de Ángel Leonardo Rosillo Sierra que se muestra en Google Map. 


Toma de septiembre de 2017 efectuada por Ángel Leonardo Rosillo Sierra para Google Map. Esta vez, desde aguas arriba del puente aunque muy parcial.


Toma de marzo de 2018 desde aguas abajo del puente realizada por Ángel Leonardo Rosillo Sierra y que se exhibe en Google Map. Lo cierto es que esta misma fotografía aparece en la Wikipedia, voz 'Río Cea' con fecha 15.03.2006 y como autor José Manuel







Tablero del puente en reparación de las barandillas según fotogramas de Google Street View en fecha de octubre de 2019. 





Interesantes tomas del puente realizadas en febrero de 2021 y que se muestran en la web de Turismorural. 

































































Tanda de fotos de fecha 22.09.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, tablero, cauce y entorno.